Europa: ¿Vuelta hacia los populismos de derecha?
La crisis en Siria e Irak no solo ha generado consecuencias en Medio Oriente. La llamada guerra santa y la erupción de los grupos yihadistas, más precisamente Estado Islámico, han generado una ola de violencia e inestabilidad en los países árabes, alimentando el caos que ha caracterizado a la región durante las últimas décadas, sin embargo, estas consecuencias también se han trasladado a Europa.
El estancamiento económico, la ola masiva de inmigrantes, la caída de las tasas de empleo y el aumento de los ataques terroristas son clara demostraciones de esta situación. Frente a este panorama, los niveles de intención de voto de los partidos de extrema derecha han ido aumentando, ante la falta de respuesta de los partidos de centro izquierda y socialdemócratas que estuvieron gobernando durante los últimos años. La historia ya fue testigo de esta situación cuando tras el fin de la Primera Guerra Mundial y las terribles consecuencias económicas y sociales que la misma produjo, acompañó a la consolidación de los regímenes totalitarios populistas en Europa, como el caso de España, Alemania o Italia.
La situación no es simple y plantea un nuevo desafío para los estados europeos. Las amenazas ya no son otros estados, sino grupos que penetran con facilidad en la sociedad y los cuales son más difíciles de combatir. La predicción de los gobiernos y el rol de los servicios de inteligencia por parte de los países europeos resultan ser vitales en estos casos, y el fracaso puede tener resultados terribles para las sociedades. Los ataques de París en Noviembre de 2015 y Bruselas en Marzo de 2016 son una muestra clara de ello.
Según la Organización Internacional para las Migraciones, en lo que va del año 2016 se contabilizaron 1889.414 llegadas de inmigrantes a las costas europeas y 1357 perdieron la vida en el intento.[1] El panorama es complejo y la situación social europea presenta serias dificultades. Tomando el caso de los ataques en Francia y Bélgica, los autores de los mismos fueron ciudadanos europeos con ascendencia árabe que se unieron a la yihad en busca de defender los valores del islam de forma violenta. Esto muestra una clara particularidad: los inmigrantes no consiguen adaptarse a las sociedades occidentales, se sienten alienados, humillados y la promesa de conseguir una mejor calidad de vida y ascenso social no parece cumplirse. De esta forma, el aislamiento y las faltas de oportunidades alimentan el odio hacia occidente, revindicando los valores islámicos y el sentido de pertenencia. La yihad sin lugar a dudas aprovechó esta situación.
Durante la ola masiva de refugiados en el 2015 se hizo famosa la imagen de una periodista húngara pateando y derribando a un inmigrante que intentaba ingresar al país. Hungría es un caso de los estados que están bajo el poder de los partidos de corte populista y de derecha. El primer ministro Viktor Orbán ha estado llevando a cabo una política de no ingreso de refugiados a territorio europeo con el fin de “proteger a los ciudadanos y a la Unión Europea”. A su vez llegó a declarar en más de una ocasión que el flujo migratorio alimenta la amenaza terrorista y prometió levantar más vallas contra los refugiados. Hungría es un estado clave, ya que es una de las puertas de ingreso de los inmigrantes hacia los países más desarrollados como Austria, Alemania o Francia.
Polonia ha demostrado también rechazar la inclusión de refugiados. Durante las elecciones de Noviembre de 2015 resultó electa como primera ministro Beata Szydlo, del partido ultraconservador Ley y Justicia (PiS). La mandataria también ha tomado medidas de rechazo hacia la llegada de nuevos inmigrantes y a su vez, impulsó polémicas reformas para aumentar el control del gobierno en los medios de comunicación y en el tribunal constitucional. Bruselas respondió dando un ultimátum para dar marcha atrás a estas normas mediante la amenaza de suspender al país en cuestión de su derecho a voto en la Unión Europea. Se trata de un procedimiento del que la Unión no ha hecho uso nunca hasta ahora y que fue pensado para responder únicamente a una amenaza grave y persistente para los valores comunes de la organización.
El caso de Austria también llama la atención. Luego de las últimas elecciones presidenciales realizadas el pasado domingo 22 de mayo, el partido ultraderechista Partido de la Libertad (FPO), resultó perdedor sólo por el 0,6% de los votos. Muchos líderes políticos de Europa sintieron alivio tras la derrota de Norbert Hofer, que de haber ganado, hubiese sido el primer jefe de Estado europeo de la extrema derecha. El aumento de popularidad del Partido de la Libertad se debe al rechazo de la llegada de inmigrantes, a la limitación del avance del islam en el continente y la cesión de soberanía en base a la Unión Europea. Cabe mencionar que Austria recibió 900.000 refugiados en un momento donde el desempleo tiende a aumentar en el país centroeuropeo. A pesar de todo, el riesgo no desaparece ya que según testimonios del líder del partido Herbert Kickl, se trató de una prueba piloto para los verdaderos comicios de elección de Primer Ministro en 2018, donde el partido quedó bien posicionado.
Francia, por su parte se encuentra en una situación similar. Luego de los atentados en París, la figura de la ultraconservadora Marine Le Pen fue ganando cada vez más popularidad y por el momento, la intención de voto de la misma está por encima del desprestigiado Partido Socialista del presidente François Hollande. En más de una ocasión Le Pen pidió por el cese inmediato de toda acogida de inmigrantes en Francia y Europa debido al riesgo de infiltración de terroristas yihadistas en los grupos de refugiados.
Sin lugar a dudas que la realidad que atraviesa Europa es preocupante. El debilitamiento de los partidos centristas a causas de la imposibilidad de dar respuestas certeras frente a las amenazas de seguridad, la ola masiva de refugiados y la crisis laboral, y el resurgimiento de los movimientos populistas de extrema derecha ha llamado la atención de analistas y de las autoridades europeas. Muchos consideran estar viviendo un deja vu del pasado autoritario del continente que tanto han querido evitar y olvidar. Es muy difícil predecir que acontecerá con Europa, la Unión y el futuro político de la misma, pero solo una cosa está clara y es que la salud y la estabilidad de las instituciones democráticas y los valores de las mismas están en manos de sólo un grupo de personas: los europeos mismos.
[1] Fuente: https://www.iom.int/es/news/se-contabilizan-189414-llegadas-y-1357-muertes-de-migrantes-en-el-mediterraneo-en-2016
Por: Juan Francisco Chavez
Para finalizar y como reflexión personal, creo que es importante estar preparados para las discusiones que se vengan con respecto a estos temas, poder debatir y evitar que se pierda todo el terreno ganado en cuanto a derechos humanos mientras seguimos a su vez avanzando en los mismos, ya que aunque mucho se ha hecho, falta todavía mucho camino por recorrer.
También hay que destacar la importancia de desarrollar herramientas de protección contra el terrorismo, pero evitando caer en estereotipos, xenofobia, o cualquier tipo de derecho penal de autor. En este ultimo punto, el debate entre los estados y la legislación va a ser fundamental para evitar los excesos y asegurar la protección de los ciudadanos de cada país.
