La victoria de Trump y la incertidumbre de un posible nuevo orden internacional
Contra todos los pronósticos Donald Trump triunfó las elecciones presidenciales de los Estados Unidos celebradas el martes 8 de noviembre. Desde ese momento el mundo entró en una incertidumbre que se reflejó en los medios de comunicación. Una incertidumbre hacia el futuro nunca antes experimentada, debido a la dura derrota del establishment norteamericano.
Con un discurso controvertido, por momentos xenófobo, machista y ofensivo, Trump aseguró su triunfo sobre un discurso más pasivo de Hilary Clinton. Muchos analistas aseguraron que era parte de la estrategia del magnate inmobiliario para llegar al poder, y el tiempo no solo les dio la razón, sino que también demostró que la estrategia fue exitosa. Frente a toda esta situación, lo que no quedan dudas es que esta victoria tendrá implicancias a nivel interno en los EEUU y a nivel externo, si es que cumple con sus promesas de campaña.
A nivel interno Trump tuvo una retórica clientelista en la que prometió generar mayores puestos de empleos para los ciudadanos estadounidenses y expulsar a aproximadamente 11 millones de inmigrante indocumentados, acompañado por la construcción de un muro en la frontera que aseguró que México debía pagar. Lo cierto en todo esto, es que el país con la economía más fuerte del mundo registra grandes niveles de desigualdad y una clase media blanca rural e industrial que durante décadas no ha progresado, mientras que ve como la economía del país lo hace. A su vez se registran un alto número de desocupados, que perdieron sus empleos durante los últimos años debido al avance tecnológico y el traslado de empresas nacionales a otros países a causa de los elevados costos de EEUU. Lo que llama la atención fue el voto latino que acompañó a Trump en estados como Florida. Es un caso sorprendente. Los gobiernos populistas que a la gran mayoría los hicieron emigrar de sus países de origen, les dieron su apoyo para que tomen las riendas del poder en la potencia del norte.
En el plano externo, es donde más incertidumbre ha generado la victoria del magnate. Los que mostraron mayor preocupación, y tienen motivo para hacerlo, fue Europa. Frente a dos amenazas que desafían la estabilidad del orden europeo que ha reinado desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, que son el extremismo islámico y Rusia al este, Europa depende considerablemente de la defensa de los Estados Unidos como guardián del equilibrio regional. De pasar de ser un centro poder en el plano político, económico, militar y cultural, luego de la Segunda Guerra Mundial el continente europeo pasó a ser un protectorado estadounidense dependiente del paraguas de la OTAN. Durante la campaña presidencial, Trump consideró a la OTAN como una pérdida de dinero a la que debía reformularse muchas cosas y tildó a Putin como un líder con el cual le gustaría tener relaciones amistosas. Estados Unidos aporta el 75% del presupuesto de defensa de la OTAN, lo cual según Trump es inaceptable y costoso, y aseguró que todos los estados miembros de la organización debían cumplir con la cláusula del tratado de destinar el 2% de su PBI en materia de defensa, lo cual resulta difícil para países como Albania o los bálticos. Entonces, ¿estamos frente a un posible reparto de Europa como en la época de la Guerra Fría?
América Latina demostró su incertidumbre en materia de los tratados de libre comercio. En su campaña, Trump declaró que tratados como el NAFTA son inaceptables. Por primera vez, el sistema de libre comercio, una de los valores norteamericanos por excelencia se ve en riesgo. En momentos de crisis económica en América Latina, gobiernos como el de Argentina y Brasil dieron un giro en sus políticas para acercarse más a EEUU mediante tratados de libre comercio. Por momentos la situación va al revés y nos sentimos fuera de sintonía. En épocas donde los gobiernos cierran sus fronteras y sus economías, nosotros decidimos abrirnos al mundo y liberalizar nuestras economías. Por último, Estados Unidos siempre fue considerado como el “paladín de la democracia”, o el ejemplo a seguir de una buena república con un sistema de frenos y contrapesos súper eficiente. Sin embargo, ha triunfado lo que muchos analistas y periodistas tildaron como un populista. Un gobernante que gobierna con medidas clientelistas, que divide a la población y que a última instancia busca asentarse en el poder de manera permanente. En mi opinión, considero que es muy pronto para sacar conjeturas de este tipo. Tal vez, todas las declaraciones se trataron solo de una estrategia política para ganar las elecciones y llegar al poder. Tal vez el eficiente sistema de frenos y contrapesos sea el encargado de limitar a Trump. O tal vez no. Y cambie así el panorama internacional de la potencia del norte como perro guardián del mismo. Es difícil predecir en política, pero el mundo fue testigo en múltiples ocasiones de la caída de grandes imperios. Solo el tiempo dirá el rumbo que tomará el mundo.
Contra todos los pronósticos Donald Trump triunfó las elecciones presidenciales de los Estados Unidos celebradas el martes 8 de noviembre. Desde ese momento el mundo entró en una incertidumbre que se reflejó en los medios de comunicación. Una incertidumbre hacia el futuro nunca antes experimentada, debido a la dura derrota del establishment norteamericano.
Con un discurso controvertido, por momentos xenófobo, machista y ofensivo, Trump aseguró su triunfo sobre un discurso más pasivo de Hilary Clinton. Muchos analistas aseguraron que era parte de la estrategia del magnate inmobiliario para llegar al poder, y el tiempo no solo les dio la razón, sino que también demostró que la estrategia fue exitosa. Frente a toda esta situación, lo que no quedan dudas es que esta victoria tendrá implicancias a nivel interno en los EEUU y a nivel externo, si es que cumple con sus promesas de campaña.
A nivel interno Trump tuvo una retórica clientelista en la que prometió generar mayores puestos de empleos para los ciudadanos estadounidenses y expulsar a aproximadamente 11 millones de inmigrante indocumentados, acompañado por la construcción de un muro en la frontera que aseguró que México debía pagar. Lo cierto en todo esto, es que el país con la economía más fuerte del mundo registra grandes niveles de desigualdad y una clase media blanca rural e industrial que durante décadas no ha progresado, mientras que ve como la economía del país lo hace. A su vez se registran un alto número de desocupados, que perdieron sus empleos durante los últimos años debido al avance tecnológico y el traslado de empresas nacionales a otros países a causa de los elevados costos de EEUU. Lo que llama la atención fue el voto latino que acompañó a Trump en estados como Florida. Es un caso sorprendente. Los gobiernos populistas que a la gran mayoría los hicieron emigrar de sus países de origen, les dieron su apoyo para que tomen las riendas del poder en la potencia del norte.
En el plano externo, es donde más incertidumbre ha generado la victoria del magnate. Los que mostraron mayor preocupación, y tienen motivo para hacerlo, fue Europa. Frente a dos amenazas que desafían la estabilidad del orden europeo que ha reinado desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, que son el extremismo islámico y Rusia al este, Europa depende considerablemente de la defensa de los Estados Unidos como guardián del equilibrio regional. De pasar de ser un centro poder en el plano político, económico, militar y cultural, luego de la Segunda Guerra Mundial el continente europeo pasó a ser un protectorado estadounidense dependiente del paraguas de la OTAN. Durante la campaña presidencial, Trump consideró a la OTAN como una pérdida de dinero a la que debía reformularse muchas cosas y tildó a Putin como un líder con el cual le gustaría tener relaciones amistosas. Estados Unidos aporta el 75% del presupuesto de defensa de la OTAN, lo cual según Trump es inaceptable y costoso, y aseguró que todos los estados miembros de la organización debían cumplir con la cláusula del tratado de destinar el 2% de su PBI en materia de defensa, lo cual resulta difícil para países como Albania o los bálticos. Entonces, ¿estamos frente a un posible reparto de Europa como en la época de la Guerra Fría?
América Latina demostró su incertidumbre en materia de los tratados de libre comercio. En su campaña, Trump declaró que tratados como el NAFTA son inaceptables. Por primera vez, el sistema de libre comercio, una de los valores norteamericanos por excelencia se ve en riesgo. En momentos de crisis económica en América Latina, gobiernos como el de Argentina y Brasil dieron un giro en sus políticas para acercarse más a EEUU mediante tratados de libre comercio. Por momentos la situación va al revés y nos sentimos fuera de sintonía. En épocas donde los gobiernos cierran sus fronteras y sus economías, nosotros decidimos abrirnos al mundo y liberalizar nuestras economías. Por último, Estados Unidos siempre fue considerado como el “paladín de la democracia”, o el ejemplo a seguir de una buena república con un sistema de frenos y contrapesos súper eficiente. Sin embargo, ha triunfado lo que muchos analistas y periodistas tildaron como un populista. Un gobernante que gobierna con medidas clientelistas, que divide a la población y que a última instancia busca asentarse en el poder de manera permanente. En mi opinión, considero que es muy pronto para sacar conjeturas de este tipo. Tal vez, todas las declaraciones se trataron solo de una estrategia política para ganar las elecciones y llegar al poder. Tal vez el eficiente sistema de frenos y contrapesos sea el encargado de limitar a Trump. O tal vez no. Y cambie así el panorama internacional de la potencia del norte como perro guardián del mismo. Es difícil predecir en política, pero el mundo fue testigo en múltiples ocasiones de la caída de grandes imperios. Solo el tiempo dirá el rumbo que tomará el mundo.
Juan Francisco Chavez